IDEAS Y SUGERENCIAS PARA LA FUNDACIÓN DE LA CUARTA REPÚBLICA

Las ideas y sugerencias aquí expuestas tienen por finalidad refundar la República, condición indispensable para consolidar una sociedad prospera y en paz, creadora de riqueza, generosa y equitativa en su distribución.

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lunes, 3 de noviembre de 2014

INDICE DE CALIDAD DE LA REPÚBLICA

¿Qué es el Índice de Calidad de la República?
Articulo escrito en el año 2002, y dada su actualidad vuelvo sobre él.

El establecimiento de criterios de calidad es algo absolutamente normal en cualquier actividad. Lo que propongo pretende demostrar de forma palmaria que el actual estado de la organización política de la nación es insoportable por absurdo e incompetente. Eso intenta establecer el ÍNDICE DE CALIDAD DE LA REPÚBLICA (ICR).
El (ICR) nos define una base racional que indica como nos encontramos en lo atinente a la relación Gobierno-Pueblo, de la que si bien podría obviarse cualquier comentario por elocuente, en este caso son las matemáticas y no las letras la que nos indican el estado de esta relación. Luego, y en un todo de acuerdo con el contenido de estas Ideas y Sugerencias, presentaré una propuesta MÍNIMA y de TRANSICIÓN para ser implementada de inmediato.
Me pregunto, ¿si las empresas que no incorporan estándares de calidad en sus procesos tiende a desaparecer del mercado, porque no puede una nación quedan al margen de la historia por idénticos motivos?.
Ahora bien, ¿es posible aplicar criterios de calidad a la gestión de los gobiernos y especialmente a la relación que se establece entre los gobernantes y el respeto y consideración que al pueblo le merece su gobierno?. Afirmo que sí, que ello es absolutamente posible y más aun, diré que indispensable.
Pues dispongámonos a ello, y si para entender como marcha la calidad de un proceso, hay que adoptar indicadores, debemos encontrar uno que refleje la calidad republicana, o sea, medir la CALIDAD DE LA REPÚBLICA, para lo cual se me ocurre que hay dos principios elementales de cuya relación debe salir la valoración. Uno, es el Respeto que los Gobiernos le deben al pueblo, que llamaremos RG, y el otro y reciproco, el Respeto que el Pueblo debe observar hacia su gobierno, que llamaré RP. Por lo tanto, el ÍNDICE DE CALIDAD DE LA REPÚBLICA (ICR) se puede establecer como la relación de proporcionalidad existente entre el RESPETO DEL GOBIERNO AL PUEBLO y RESPETO DEL PUEBLO AL GOBIERNO (ICR = RG/RP).

Analicemos las diferentes situaciones que pueden suceder:

1. Si RESPETO DEL GOBIERNO AL PUEBLO es igual a cero, ello significa desprecio desde el gobierno hacia el pueblo, en cuyo caso, el ICR es igual a cero.

2. SI RESPETO DEL GOBIERNO AL PUEBLO tiende a infinito, o sea que, el desvelo y dedicación del gobierno por su pueblo no tiene límites en su excelencia, el ICR tiende a infinito, ante lo cual, estaríamos el caso ideal, de una república que tiende a la perfección.

Veamos que pasa con la actitud del pueblo.

3. Si el RESPETO DEL PUEBLO AL GOBIERNO es cero, o lo que es lo mismo, el pueblo aborrece y desprecia a sus dirigentes gubernamentales, el ICR es indeterminado, (matemáticamente no tiende sentido dividir por cero), lo que en la práctica significa, la muerte por indiferencia o rebeldía popular, de la república, lo que equivale, a la anarquía.

4. Si el RESPETO DEL PUEBLO AL GOBIERNO tiende a infinito, el ICR es cero; aquí nos encontramos ante el caso de un pueblo cuya sumisión y adulación hacia sus gobernantes es desproporcionada, y por lo tanto, la negación del republicanismo.
Las situaciones analizadas, se corresponde con casos extremos, ya que tanto RESPETO DEL GOBIERNO AL PUEBLO como RESPETO DEL PUEBLO a éste, pueden (y deben), moverse entre valores naturales (1, 3, 6, 10) o sea que, valores correspondientes a números enteros y mayores que la unidad seria lo deseable para el ICR. Pero también puede que sean menores que la unidad ( 0,1; 0,001; 0,00001).

En estos casos que ocurre:

5. Si el RESPETO DEL GOBIERNO AL PUEBLO es mayor que el RESPETO DEL PUEBLO AL GOBIERNO, (pero siempre éste mayor que cero) el ICR es mayor que uno, lo cual es un indicativo saludable de la virtud republicana.

6. Si RESPETO DEL GOBIERNO AL PUEBLO es menor que el RESPETO DEL PUEBLO AL GOBIERNO, el ICR es menos que uno, con lo que se desmerece la calidad republicana

Por lo expuesto, cuanto mayor sea el ICR, mejor valorada estará la República, o lo que es lo mismo, la relación entre pueblo y gobierno se vuelve armónica y superadora.
Las variaciones en la valoración del ICR se corresponden con el juego de la DEMOCRACIA REPRESENTATIVA. Si el ICR es estimado alto, el pueblo insistirá con el mismo gobierno, si el ICR se considera bajo, el pueblo lo intentará con otro gobierno.
Aplicando el criterio expuesto a la actualidad argentina (año 2002), el ICR se corresponde con el caso Nº 3 de indeterminación (RESPETO DEL PUEBLO AL GOBIERNO, y del GOBIERNO AL PUEBLO igual acero). Sin dudas, el peor de los estados, tanto para la ciencia matemática, física, ética o moral.

Mientras permanezcamos en él, no hay solución, y en tanto y en cuanto no salgamos de ese terreno, cualquier acción que se emprenda será estéril y por lo tanto perversa.

viernes, 17 de octubre de 2014

LA OLIGARQUIA POPULISTA

El progreso de los países se sostiene sobre cuatro pilares: 1) División de los poderes, 2) defensa de las libertades individuales y propiedad privada, 3) expansión de la educación y 4) desarrollo tecnológico.
¿Qué está pasando en nuestro país que hoy se encuentra en el puesto 49 (sobre 188) en el Índice de Desarrollo Humano; puesto 59 (sobre 65) en educación (informe Pisa), 104 (sobre 144) en el Índice Global de Competitividad,  137 (sobre 144) en Calidad Institucional, 67 (sobre 144) en salud y educación primaria, 141 (sobre 144) en Eficiencia del mercado, 82 (sobre 144) en Disposición Tecnológica, etc. según informe del Word Economic Forum.
La respuesta es simple, unos más que otros, todos los pilares cojean y la república acelera su decadencia por la mala calidad de sus instituciones políticas. Esto no es un hecho nuevo ni circunstancial, deviene desde el inicio mismo de nuestra vida como nación independiente. La Argentina que imaginaron los mentores de la Constitución liberal de 1853/60 constituyó  una aspiración de deseo de pocas personas, y salvo honrosas excepciones, la Carta Magna fue sistemáticamente violentada por la casta gobernante. El comportamiento de esta casta, es aquello que el sociólogo alemán Robert Michels, describió como la ley de hierro de la oligarquía, en las cuales las formas oligárquicas son consustanciales a toda organización, bien sea autocrática o incluso democrática; siempre el líder buscará aumentar su poder, incluso olvidando sus orígenes y principios, cueste lo que cueste, respondiendo a una lógica aplastante: nadie se resigna a perder, incluso compartir el poder.
En nuestra nación, la oligarquía gobernante bajo el paraguas de la democracia y el poder que le confiere la mayoría, dentro de un sistema presidencialista como el nuestro que “invita” al absolutismo (devenida de nuestros antecedente pre constitucionales y coloniales), ha ido creciendo en la suma del poder, y encerrándose en su círculo vicioso, arremetió contra el hombre libre y fomentó la aparición de entes pusilánimes que obedecen y satisfacen el ego del burócrata.
El temor de la oligarquía gobernante al progreso de la sociedad civil es evidente, ya que si ello ocurre  en muy probable que la oligarquía pierda sus privilegios económicos y políticos, y es de tal magnitud ese temor que no cesan de aplican políticas públicas que tiendan a anular la creatividad individual y el progreso social. Así la oligarquía gubernamental no ahorra esfuerzos en aplicar todo tipo de regulaciones, transferencias y reasignación de recursos interviniendo y subvirtiendo las reglas de la sociología y la economía, llegando incluso en la última fase del ciclo, a meter miedo en la sociedad (nosotros o el caos) y contar con un estado policial que arremeta contra los particulares que se “salen del modelo”. En la argentina, la oligarquía populista gubernamental de origen democrático está presente al menos desde el año 1928, llevándola a su esplendor el peronismo en sus múltiples variantes. (Ver la Democracia Peronista).
No hay mejor condición para una oligarquía populista que tener un pueblo inculto, desinformado, encorsetado en su libertad para ejercer actividades económicas y privadas del acceso a la tecnología y el mercado global. Cuando esas condiciones se cumplen,  es el Estado quien finalmente se apodera de las instituciones económicas, y dado que la oligarquía tiene la necesidad de crear la riqueza necesaria para sostener el sistema (modelo), asfixiará al pueblo con impuestos al tiempo que intervendrá en todo el sistema de producción. Es posible que inicialmente logren un rápido crecimiento apoyado en sectores específicos y empresarios “amigos” de la oligarquía, lo cual llevará a muchos ingenuos a pensar en la bondad del funcionamiento de la economía planificada. Lo que desconocen quienes así piensan, es que el crecimiento económico propiciado por el Estado es insostenible, producto del dirigismo, la falta de incentivos y la asignación burocrática de recursos en forma arbitraria, tal como ocurriera con el arremetedor crecimiento de la URRS entre los años 1920 y 1970 y su posterior desplome.
En una economía planificada, mientras la clase media se empobrece, los pobres mal viven de los subsidios (dadivas), y las estadísticas socioeconómicas arbitrarias lo confunden todo, la riqueza queda en manos de la oligarquía gubernamental y sus amigos, lo cual da lugar a tensiones internas dentro del esquema de poder, llegando a subvertir el proceso de selección de representantes con el objeto de “dividir para seguir reinando”.
En esta etapa se encuentra hoy la argentina, destrozada como república, intervenida como nación, con una oligarquía gubernamental enriquecida y sin escrúpulos que pretende continuar mandando aun fuera del poder, con un pueblo cada día más lejos del acceso a la educación de calidad, a la libertad individual y a su determinación como Ser humano. Si consideramos que en la última elección el 70% de los votos fueron peronistas, mucho habrá que cambiar para que la oligarquía peronista sucumba y se creen las condiciones necesarias para que florezca una nueva forma de relación entre gobernantes y gobernados.




martes, 16 de septiembre de 2014

LAS TERCERAS VIAS

«Las ideas, incluso las grandes ideas, se pueden improvisar. Las creencias, no».

Ortega y Gasset


Descartado el centro político por inconsistente, nos quedan por analizar que es (o son) la tercera vía. En la última década se han referido a ella fundamentalmente dos pensadores, uno Ingles, Anthoni Giddens, y el otro alemán, Jürgen Habermars, y aunque con distinto propósito, ninguno a propuesto una teoría revolucionaria ni vanguardista. Aun más, considero que la Tercera Vía que Giddens, diseñada para reforzar la posición política de Toni Blair, no es más que oportunismo político sobre ideas que como veremos, llevan más de un siglo de vigencia. Habermars propone un análisis muy riguroso sobre como contrapesar el poder el dinero y la solidaridad, pero sus buenas intenciones no siempre se perciben realizables. Leer Artículo completo

jueves, 7 de agosto de 2014

LAS MAYORÍAS ABSOLUTAS

Los  totalitarismos y tiranías no siempre tienen origen en la fuerza, las democracias también han llevado al poder a feroces dictadores. Pensemos en las mayorías absolutas que el pueblo otorga a los gobiernos y las consecuencias nefastas que de ello se derivan.
Es absolutamente lógico que todo político que se precie, trabaje para obtener el mayor respaldo electoral posible, lo contrario sería la negación de la disputa por el poder. Ahora bien, sabiendo que eso debe ser así, ¿no corresponde que entre todos nos impongamos a todos algunos límites a esas mayorías absolutas?.
En materia tan sensible para una nación como es el ejercicio discrecional del poder siempre tenemos que ponernos en la peor posición, y en este caso saber que la condición humana es proclive a caer en el absolutismo, a creernos omnipotentes, aislarnos del medio e imponer "nuestra verdad". Esto es así y en consecuencia hay que actuar para impedirlo.
Siempre estoy pensando en cuál es la mejor forma de gobierno, en los límites, en el equilibrio de los poderes, en los periodos y controles y si bien nunca se encontrará la forma de gobierno ideal, si es cierto que hay mejores y peores formas de administrar y distribuir el poder.
En el caso de las mayorías absolutas considero que sería interesante cuando ello ocurra, que la aprobación de las leyes requiera de una mayoría calificada y no simple como ocurre en la actualidad. Es posible que aun así las leyes se sancionen, pero siempre habrá mayor seguridad de que no se está gobernando dictatorialmente.

jueves, 12 de junio de 2014

ACUERDO POR LA REPUBLICA

Estimado amigo:
                               A todas luces podemos afirmar que los “males nacionales” son la consecuencia de la pésima calidad de sus Instituciones. Comenzando por los partidos políticos hasta la falta de respeto por la ley, todo contribuye al llamado “costo argentino”. Si bien la democracia se afianza, la Republica retrocede.
               Reclamada y reitera es la expresión de deseo respecto que “los políticos deben ponerse de acuerdo en resolver las cuestiones básicas que la nación requiere”, y si bien ello parece de sentido común, resulta difícil en la práctica. Las metodologías, la ortodoxia y las circunstancias lo impiden, siendo ello atendible; la diversidad hace bien a la Republica, la democracia la ordena. Sí coincidimos en el diagnóstico y diseñamos un principio de acuerdo fundamental para terminar con los “males nacionales”, entonces el problema desaparece. LA SOLUCIÓN PASA, SENCILLAMENTE, POR COMPROMETERNOS EN LA DEFENSA DE LA REPUBLICA.
Estoy trabajando en llevar adelante un “ACUERDO POR LA REPÚBLICA”, un documento cardinal en defensa de nuestra forma de vida como nación. Pretendo que todos los candidatos a presidente y vice que participen en las PASO, firmen el ACUERDO que propongo. Ello debiera actuar como un tamiz que separe a los amigos de la Republica, de los que quieren alzarse con el poder para mancillarla.
No sé si todos los precandidatos están en condiciones de firmar el ACUERDO, de eso se trata, que nosotros, los ciudadanos, tengamos garantías de que quienes aspiren a ejercer el gobierno, se comprometerán con la República más allá de sus acciones de gobierno.
Estoy convencido que un país más amigable es posible. A ello apunta esta propuesta y desearía me acompañes a instalar en la sociedad el valor de este ACUERDO. Si así fuere, te propongo nos juntemos para analizar los tiempos y las formas.
                                               Saludos cordiales
 Carlos Vazquez